EQUIVALIENTES

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jueves, 7 de noviembre de 2013

UNA VENTANA AL INTERIOR DE LA SEXUALIDAD FEMENINA.




   








   Hace ahora unos años vi en la televisión un documental francés titulado El clítoris. Afortunadamente ya conocía ese órgano con el que la madre naturaleza, por otra parte tan malvada, nos había querido premiar por todos nuestros desvelos para mantener en marcha el juego de la  vida.

  Pero con este documental, para mi asombro y, a pesar de haber sobrepasado ya la línea de los cuarenta años, me entero de como es verdaderamente el clítoris, de su  tamaño real y de su forma interna; la imagen, que reproduzco aquí y que no nos enseñaron en ningún manual de anatomía humana y en ningún curso de sexualidad.



   Y ustedes pensarán, ¿pero qué tiene que ver el clítoris con " La vida de Adele"?   Pues bien,  en esta excelente y audaz película, y gracias a la profesionalidad de las actrices: Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux,  y al esfuerzo psicológico, físico e interpretativo que despliegan en las escenas de sexo, podemos ver, conocer, imaginar y comprender en que medida la estimulación del clítoris genera en la mujer un torrente de placer que puede resultar enorme, sobre todo si además puede tocar, ver, y sentir el contacto y la presencia de otro ser que le resulte sexualmente estimulante, en este caso, otra mujer.

   Ellas se encadenan en un acto sexual que genera un flujo continuo de orgasmos en una escena que dura unos diez minutos. La escena rompe enteramente con la imagen de pasividad de la sexualidad femenina, con la imagen de la sexualidad femenina dependiente del coito y con la imagen de la sexualidad femenina como algo bello o tierno. Ellas se frotan el clítoris de muchas formas diferentes y de manera repetida e intensa. Es una sexualidad desesperada fruto de un deseo contenido que estalla y lo hace de un modo específico por tratarse de dos mujeres jóvenes que, juntas, tienen la capacidad de proyectar el orgasmo en una cadena que las deja exhaustas de satisfacción y gozo.

  En "La vida de Adele" el público puede recibir un impacto al descubrir cómo puede ser la sexualidad entre dos mujeres, sin tener que recurrir para ello a la pornografía. La sexualidad se representa, no se realiza y lo hace en un contexto narrativo, con un sentido, con una ética profesional  y con una finalidad comunicativa y artística. Cuando el  personaje del joven actor que aparece en la película le pregunta a Adèle por qué se acuesta con mujeres y le dice "¿es más tierno?" ya tenemos en el cerebro  las imágenes del sexo anterior y podemos desenmascarar el tópico.

  Por otra parte, la historia de amor en sí, es intensa y bella, pero no deja de ser una historia más de enamoramiento seguido de rechazo- por razones que están por encima de la elección sexual, como la clase social o la incompatibilidad de caracteres- En cualquier caso, merece una mención la base en la que se inspira: la novela gráfica "El azul es un color cálido" de Julie Maroh, que ha tenido también un importante reconocimiento en su género y que todavía no conozco.


  Pero lo que marca la diferencia, lo que eleva el film, a mi juicio,  es la valentía de mostrarnos la verdad respecto a una faceta de la realidad que estaba oculta, física y simbólicamente.  No es casual que haya merecido el elogio de la crítica mundial,- premio FIPRESCI 2013- como el año pasado lo hizo Amor. Ambas, también ganadoras en Cannes.  Estas películas representan la fuerza del cine para abrir una ventana a lo innombrable y hacerlo desde la mirada incomparable del arte. Y eso, es mucho.

   Por eso, para esos millones de mujeres que han sido privadas de parte de sus clitoris- qué ironía que no hayan podido arrancarlo todo de su ser precisamente por no conocerlo- para esos millones de niñas que crecen aprendiendo a ocultar su placer tanto como su dolor, para esos millones de mujeres que practican una sexualidad insatisfactoria o ninguna, para esos millones de mujeres que temen a la masturbación, y claro, para esos millones de mujeres que desean a otras mujeres, Adèle es un canto a libertad y su director Abdellatif Kechiche, un artista que merece toda mi admiración.  Su origen tunecino, y el género al que pertenece constituyen una fuente de esperanza.

Bravo.